Charles Ives, una pregunta con respuesta.

Charles Ives
Charles Ives y su esposa

Charles Ives y su peculiar manera de hacer música llegó a mis oídos gracias a las primeras clases que recibí – en mi adolescencia tardía – de su coterráneo, el profesor y compositor norteamericano Federico Smith, en Matanzas, mi ciudad. Algunas obras de su catálogo – como la Sonata Concord, Tres Lugares de Nueva Inglaterra, la Sinfonía 2, sus 114 canciones – que van desde lo más popular hasta lo más experimental – y La Pregunta sin Respuesta – muestran, tal vez más que el resto de su producción, en mi opinión, la esencia creativa de Charles Ives.  A pesar de ser considerado hoy un american original – porque si hay algo en que todos, admiradores y detractores, están de acuerdo es que la música de Charles Ives es genuinamente norteamericana – se  han vertido opiniones de todo tipo sobre su vida y obra. La desaprobación en su entorno musical, académicamente europeo e intransigente con las nuevas tendencias;  las dificultades y exigencias técnicas,  un tanto extravagante para determinados sectores,  de algunas de sus obras; los supuestos cambios de fechas de sus composiciones , cuyos  motivos oscilan – según la opinión de fuentes diversas – desde las distintas versiones que hizo sobre muchas de ellas – la inmensa mayoría ignoradas durante gran parte de su vida – hasta los que especulan sobre la intencionalidad del autor en el cambio de fechas, han convertido la figura de Charles Ives en una especie de rara avis americana. Si a esto añadimos que sus ansias de experimentación las adquirió directamente de su padre – y no de ninguna escuela – quien le enseñaba a cantar en una tonalidad mientras él tocaba el piano en otra; que toda su vida vivió de una compañía de seguros fundada por él y un amigo, dedicándose a la música solo en su tiempo libre,  más los años de silencio musical antes de su muerte – le dijo a su esposa con lágrimas en los ojos: “ya nada me suena bien” – el “etiquetado” anterior  no hace más que afianzarse. Las obras de Charles Ives  están llenas de fascinantes rarezas,  como ponerle el nombre de notables celebridades de Concord – Massachusetts –  a cada uno de los cuatro movimientos de su Sonata homónima. Ellos son los filósofos Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau, célebre por su ensayo Desobediencia Civil donde asegura: «El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto y, cuando los hombres estén preparados para él, éste será el tipo de gobierno que todos tendrán»; el escritor Nathaniel Hawthorne y la familia Alcotts – frecuentada por los intelectuales antes citados. Además de esto editó la partitura con su propio dinero y la hizo acompañar de un libro de ensayos escrito por él sobre cada una de las partes de la Sonata Concord y su relación con las personalidades a quienes está dedicada. Otra de sus rarezas fascinantes fue hacer que en la segunda parte de Tres Lugares de Nueva Inglaterra se escuche literalmente a dos bandas tocando simultáneamente músicas diferentes,  como si se encontraran en una misma calle (precisamente el primer movimiento está dedicado al 54.º Regimiento de Infantería de Voluntarios de Massachusetts, el único compuesto únicamente por hombres de raza negra que realizó un distinguido servicio durante la Guerra de Secesión). Tal vez la obra más sencilla de Charles Ives – en apariencia –  pero profundamente filosófica – algo difícil de conseguir en el arte de los sonidos sin el auxilio del texto – y con un planteamiento novedoso para su tiempo, el año 1908, es sin duda La Pregunta sin Respuesta, para trompeta solista, cuatro flautas y una orquesta de cuerdas, que no debe salir en escena, sino entre bastidores, como si fuera un background, cuya sonoridad y tempo dan la impresión de ir independiente de los otros instrumentos. El resultado sonoro es sorprendente y su originalidad sigue asombrando a sus nuevos descubridores.